García Llovet abandona los escenarios madrileños a los que nos tenía acostumbrados para adentrarnos en un Benidorm, tan vanguardista como cutre, de rascacielos y especulación urbanística, una ciudad que nunca duerme y por la que desfilan guiris horteras, lumpen autóctono, mafias internacionales, policías corruptos y toda una peculiar fauna humana que se mueve como pez en el agua por los bajos y altos fondos urbanos entre vomitonas y meadas, vahos de alcohol barato y de marca, deslumbrantes neones o casinos sin ventanas ni horarios. El gozoso artefacto literario resultante, adscrito al noir pero difícilmente clasificable, mezcla con pericia distintos géneros que van del policial al western, con notables pinceladas tragicómicas y costumbristas y un magistral uso de la elipsis y las frases cortas. Una historia de soledad y redención, de potentes ecos cinematográficos, en la que un mechero que vivió los míticos años del Swinging London actúa como necesario macguffin para cohesionar una trama inverosímil a veces y sórdida casi siempre, repleta de personajes memorables a los que autora nunca juzga y que nos legan reflexiones tan valiosas como esa que, refiriéndose a nuestro glorioso pasado, sentencia: “Ya no hacemos historia. Hacemos sangría”.